martes, 29 de mayo de 2012

EL CANCER Y LA HOMEOPATIA




Para sostener sus tesis, los homeópatas se basan fundamentalmente en el número y la calidad de las curaciones obtenidas. "En medicina observan, no es tan importante entender el porqué de la terapia, cuanto poder constatar el éxito positivo." Los propios homeópatas reconocen además que no todos los trastornos pueden resolverse satisfactoriamente con sus métodos: las lesiones anatómicas, por ejemplo, se escapan a su control y lo mismo puede decirse de muchos tipos de tumoraciones. Sin embargo, otras enfermedades, como las cefaleas, los trastornos digestivos, las enfermedades infecciosas u las funcionales de origen nervioso, hallarían en el tratamiento homeopático el mejor remedio para combatirlas y superarlas.

EN 1796 Samuel Hahnemann, médico de Leipzig de poco más de cuarenta

años, experimentó en su propia persona los efectos de la quinina, un fármaco conocido ya en el siglo XVII: y con sorpresa se dio cuenta de que, en un individuo sano, la quinina tenía efectos semejantes a los que combatía eficazmente en un enfermo. Nacía así lo que el propio Hahnemann definió como "homeopatía", es decir, el tratamiento de las enfermedades mediante el principio de los símiles, mientras que la medicina oficial se clasifica como "alopática", ya que lucha
 contra la enfermedad, en la mayor parte de los casos, mediante operaciones que se oponen a los síntomas.
En la página 25 de su obra más importante, el Organom, Samuel Hahnemann dice textualmente que "cualquier trastorno que afecta a los seres vivos puede ser combatido y vencido por un trastorno más fuerte que, sin ser idéntico al que se desea combatir, sea sin embargo semejante en sus manifestaciones". Tal afirmación puede ser todavía hoy considerada el principio teórico fundamental de la medicina homeopática.
El segundo principio de la medicina homeopática es el conocimiento de lo que se denomina "el terreno" sobre el que se actúa. Hahnemann observó en efecto que las enfermedades no se desarrollan de la misma forma en los distintos individuos, sino que adoptan un cariz particular en función de las características fundamentales de las distintas personas. En líneas generales puede decirse que un buen médico homeópata no cura la enfermedad sino que cura a cada enfermo en particular, tratando de enmarcar los trastornos en la historia clínica completa del paciente y en sus tendencias orgánicas originales.
Consulta homeopática
Cada visita a la consulta del homeópata refleja en realidad este constante interés por la "persona" en conjunto. Independientemente del trastorno, al que de vez en cuando se hace mención, cada consulta se convierte en una larga investigación cognoscitiva basada en preguntas y respuestas, muchas de ellas de carácter general:
En efecto, sólo a partir de los síntomas específicos y de los hábitos de vida referidos por los pacientes. el homeópata será capaz de elegir la opción terapéutica más adecuada en cada caso.
La tendencia a personalizar el diagnóstico y el tratamiento es una de las características que pueden explicar mejor el éxito de la medicina homeopática. El hecho de que cada consulta requiera tanto tiempo y de que todos los síntomas sean analizados con precisión por el médico establece, en relación a la medicina oficial, tan a menudo apresurada e impersonal. un indudable punto de fuerza.
El desarrollo de la homeopatía
Doscientos anos después de su nacimiento, la homeopatía goza todavía en la actualidad de gran aceptación, aun siendo éste el siglo de la ciencia terapéutica y de su control experimental.
Con sus altos y sus bajos, y habiendo sido objeto de feroces polémicas y entusiastas movimientos a favor, la homeopatía se halla hoy en día particularmente extendida en algunos de los países más desarrollados del mundo. Cuenta con gran aceptación, por ejemplo, en Alemania, Suiza y en los Países Bajos. En Gran Bretaña los tratamientos homeopáticos cuentan con la misma consideración que los oficiales en el marco de la asistencia sanitaria nacional. En Francia la homeopatía es materia de enseñanza en los cursos de especialización de doctorado dirigidos a los médicos y dedicados a la denominada "medicina natural" (la acupuntura, la quiropráctica, la fitoterapia y la homeopatía).
Por cuanto respecta a nuestros países, dicha práctica se halla bastante extendida sobre todo en las grandes ciudades y en las clases sociales medio-altas. Juega a su favor el hecho de que en los últimos años muchos médicos, no sólo de medicina general sino también especialistas, han empezado a practicar la homeopatía junto a la medicina oficial, eligiendo caso por caso y en función de la enfermedad a la que deben enfrentarse si utilizar los métodos del arte médico tradicional o bien los de Hahnemann. Este hecho ha contribuido a eliminar ciertas diferencias y la desconfianza que durante muchísimos años han rodeado a la homeopatía en nuestro país. Más que de "medicina alternativa -subrayan sus defensores- debería hablarse de método complementario al oficial: tanto el uno como el otro pueden ser gestionados por los mismos médicos..."
A escala mundial, los centros homeopáticos más activos son en la actualidad el hospital de Saint Jacques de París, el Flowers Hospital de Nueva York, el Robert llosch Krankenhaus de Stuttgart y los hospitales homeopáticos de Londres y Moscú.
Aunque las bases de la homeopatía siguen siendo las mismas que hace doscientos años, los conocimientos sobre los posibles remedios, los métodos de diagnóstico y las posibilidades de integración con la medicina oficial son objeto de continuas investigaciones y han conducido a nuevas conquistas. De esta forma han surgido en el seno de la medicina homeopática distintas interpretaciones y escuelas que, aun difiriendo en ocasiones entre sí de forma importante, se basan en los mismos principios.
Enfermedades y remedios
UNO de los principios fundamentales de la homeopatía es que la enfermedad, como tal, es una "no entidad" y no puede por tanto ser considerada como algo expurgable mediante sangrías o extraible mecánicamente del organismo del paciente. Se trata, por el contrario, de "una aberración con respecto al estado de salud". A diferencia de la medicina oficial, que tiende a considerar un número "finito" de síntomas y estados patológicos, Hahnemann sostenía que la gama de éstos es infinita: de ello deducía que los remedios correspondientes con la máxima aproximación a tales "aberraciones" eran también infinitos. Desde los orígenes de la homeopatía, los médicos han realizado "pruebas" de remedios, En otras palabras, han administrado a hombres y mujeres sanos ciertas sustancias refiriendo luego sus efectos y así han ido añadiéndose nuevos medicamentos a la farmacopea homeopática. El descubrimiento más sorprendente de Hahnemann fue la constatación de que el efecto de un medicamento es inversamente proporcional a su cantidad. Para crear un remedio según las normas formuladas por Hahnemann, se toma un grano (0,0648 g) de una determinada sustancia, se mezcla con diez partes de una sustancia neutra como alcohol puro, agua o azúcar y el compuesto se mezcla mediante agitación realizada de forma preestablecida. La medida resultante recibe el nombre de potencia 1. Cuando se une una parte de tal medida con diez partes del excipiente neutro, diluyéndolo como se ha indicado arriba, se obtiene la potencia 2. Cada vez que se repite dicho proceso, la potencia aumenta en una unidad hasta 100.000. consecuencia, los homeópatas se basan para sus actuaciones en el principio el cual cuanto más pequeña es la cantidad de medicamento presente en la sustancia, tanto más "potente" es su efecto. Ello no obstante, resulta fácil constatar que si la operación se repite seis veces (potencia 6) queda una parte de sustancia por millón. Por consiguiente, el descubrimiento de Hahnemann consistía en que el poder de la sustancia no reside en la materia, sino en su estructura, y que cuanto más se elimina la materia, tanto más aumenta el poder de la estructura. Éste es el aspecto cuya comprensión entraña mayores dificultades para personas con una educación convencional y que, viviendo en la sociedad actual, están acostumbradas a pensar que la eficacia se mide menos de cantidad o volumen.

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