Para sostener sus tesis, los
homeópatas se basan fundamentalmente en el número y la calidad de las
curaciones obtenidas. "En medicina observan, no es tan importante
entender el porqué de la terapia, cuanto poder constatar el éxito
positivo." Los propios homeópatas reconocen además que no todos los
trastornos pueden resolverse satisfactoriamente con sus métodos: las
lesiones anatómicas, por ejemplo, se escapan a su control y lo mismo
puede decirse de muchos tipos de tumoraciones. Sin embargo, otras
enfermedades, como las cefaleas, los trastornos digestivos, las
enfermedades infecciosas u las funcionales de origen nervioso, hallarían
en el tratamiento homeopático el mejor remedio para combatirlas y
superarlas.
EN 1796 Samuel Hahnemann, médico de
Leipzig de poco más de cuarenta
años, experimentó en su propia persona
los efectos de la quinina, un fármaco conocido ya en el siglo XVII: y
con sorpresa se dio cuenta de que, en un individuo sano, la quinina
tenía efectos semejantes a los que combatía eficazmente en un enfermo.
Nacía así lo que el propio Hahnemann definió como "homeopatía", es
decir, el tratamiento de las enfermedades mediante el principio de los
símiles, mientras que la medicina oficial se clasifica como "alopática",
ya que lucha
contra la enfermedad, en la mayor parte de los casos, mediante operaciones que se oponen a los síntomas.
En la página 25 de su obra más
importante, el Organom, Samuel Hahnemann dice textualmente que
"cualquier trastorno que afecta a los seres vivos puede ser combatido y
vencido por un trastorno más fuerte que, sin ser idéntico al que se
desea combatir, sea sin embargo semejante en sus manifestaciones". Tal
afirmación puede ser todavía hoy considerada el principio teórico
fundamental de la medicina homeopática.
El segundo principio de la medicina
homeopática es el conocimiento de lo que se denomina "el terreno" sobre
el que se actúa. Hahnemann observó en efecto que las enfermedades no se
desarrollan de la misma forma en los distintos individuos, sino que adoptan un cariz particular
en función de las características fundamentales de las distintas
personas. En líneas generales puede decirse que un buen médico homeópata
no cura la enfermedad sino que cura a cada enfermo en particular,
tratando de enmarcar los trastornos en la historia clínica completa del
paciente y en sus tendencias orgánicas originales.
Consulta homeopática
Cada visita a la consulta del
homeópata refleja en realidad este constante interés por la "persona" en
conjunto. Independientemente del trastorno, al que de vez en cuando se
hace mención, cada consulta se convierte en una larga investigación
cognoscitiva basada en preguntas y respuestas, muchas de ellas de
carácter general:
En efecto, sólo a partir de los
síntomas específicos y de los hábitos de vida referidos por los
pacientes. el homeópata será capaz de elegir la opción terapéutica más
adecuada en cada caso.
La tendencia a personalizar el
diagnóstico y el tratamiento es una de las características que pueden
explicar mejor el éxito de la medicina homeopática. El hecho de que cada
consulta requiera tanto tiempo y de que todos los síntomas sean
analizados con precisión por el médico establece, en relación a la
medicina oficial, tan a menudo apresurada e impersonal. un indudable
punto de fuerza.
El desarrollo de la homeopatía
Doscientos anos después de su
nacimiento, la homeopatía goza todavía en la actualidad de gran
aceptación, aun siendo éste el siglo de la ciencia terapéutica y de su
control experimental.
Con sus altos y sus bajos, y habiendo
sido objeto de feroces polémicas y entusiastas movimientos a favor, la
homeopatía se halla hoy en día particularmente extendida en algunos de
los países más desarrollados del mundo. Cuenta con gran aceptación, por
ejemplo, en Alemania, Suiza y en los Países Bajos. En Gran Bretaña los
tratamientos homeopáticos cuentan con la misma consideración que los
oficiales en el marco de la asistencia sanitaria nacional. En Francia la
homeopatía es materia de enseñanza en los cursos de especialización de
doctorado dirigidos a los médicos y dedicados a la denominada "medicina
natural" (la acupuntura, la quiropráctica, la fitoterapia y la
homeopatía).
Por cuanto respecta a nuestros países,
dicha práctica se halla bastante extendida sobre todo en las grandes
ciudades y en las clases sociales medio-altas. Juega a su favor el hecho
de que en los últimos años muchos médicos, no sólo de medicina general
sino también especialistas, han empezado a practicar la homeopatía junto
a la medicina oficial, eligiendo caso por caso y en función de la
enfermedad a la que deben enfrentarse si utilizar los métodos del arte
médico tradicional o bien los de Hahnemann. Este hecho ha contribuido a
eliminar ciertas diferencias y la desconfianza que durante muchísimos
años han rodeado a la homeopatía en nuestro país. Más que de "medicina
alternativa -subrayan sus defensores- debería hablarse de método
complementario al oficial: tanto el uno como el otro pueden ser
gestionados por los mismos médicos..."
A escala mundial, los centros
homeopáticos más activos son en la actualidad el hospital de Saint
Jacques de París, el Flowers Hospital de Nueva York, el Robert llosch
Krankenhaus de Stuttgart y los hospitales homeopáticos de Londres y
Moscú.
Aunque las bases de la homeopatía
siguen siendo las mismas que hace doscientos años, los conocimientos
sobre los posibles remedios, los métodos de diagnóstico y las
posibilidades de integración con la medicina oficial son objeto de
continuas investigaciones y han conducido a nuevas conquistas. De esta
forma han surgido en el seno de la medicina homeopática distintas
interpretaciones y escuelas que, aun difiriendo en ocasiones entre sí de
forma importante, se basan en los mismos principios.
Enfermedades y remedios
UNO de los principios fundamentales de la homeopatía
es que la enfermedad, como tal, es una "no entidad" y no puede por tanto
ser considerada como algo expurgable mediante sangrías o extraible
mecánicamente del organismo del paciente. Se trata, por el contrario, de
"una aberración con respecto al estado de salud". A diferencia de la
medicina oficial, que tiende a considerar un número "finito" de síntomas
y estados patológicos, Hahnemann sostenía que la gama de éstos es
infinita: de ello deducía que los remedios correspondientes con la
máxima aproximación a tales "aberraciones" eran también infinitos. Desde
los orígenes de la homeopatía, los médicos han realizado "pruebas" de
remedios, En otras palabras, han administrado a hombres y mujeres sanos
ciertas sustancias refiriendo luego sus efectos y así han ido
añadiéndose nuevos medicamentos a la farmacopea homeopática. El
descubrimiento más sorprendente de Hahnemann fue la constatación de que
el efecto de un medicamento es inversamente proporcional a su cantidad.
Para crear un remedio según las normas formuladas por Hahnemann, se toma
un grano (0,0648 g) de una determinada sustancia, se mezcla con diez
partes de una sustancia neutra como alcohol puro, agua o azúcar y el
compuesto se mezcla mediante agitación realizada de forma
preestablecida. La medida resultante recibe el nombre de potencia 1.
Cuando se une una parte de tal medida con diez partes del excipiente
neutro, diluyéndolo como se ha indicado arriba, se obtiene la potencia
2. Cada vez que se repite dicho proceso, la potencia aumenta en una
unidad hasta 100.000. consecuencia, los homeópatas se basan para sus
actuaciones en el principio el cual cuanto más pequeña es la cantidad de
medicamento presente en la sustancia, tanto más "potente" es su efecto.
Ello no obstante, resulta fácil constatar que si la operación se repite
seis veces (potencia 6) queda una parte de sustancia por millón. Por
consiguiente, el descubrimiento de Hahnemann consistía en que el poder
de la sustancia no reside en la materia, sino en su estructura, y que
cuanto más se elimina la materia, tanto más aumenta el poder de la
estructura. Éste es el aspecto cuya comprensión entraña mayores
dificultades para personas con una educación convencional y que,
viviendo en la sociedad actual, están acostumbradas a pensar que la
eficacia se mide menos de cantidad o volumen.
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martes, 29 de mayo de 2012
EL CANCER Y LA HOMEOPATIA
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