lunes, 2 de julio de 2012

El azúcar y el cáncer



El cáncer consiste en un conjunto de enfermedades en las que las células dañadas genéticamente proliferan de forma autónoma.

En el caso de los tumores malignos, la inflamación causa que se formen nuevos vasos sanguíneos y la malignidad se esparce a través de estos vasos sanguíneos a otras áreas. Es decir, se producen metástasis.
En cánceres de próstata, se ha demostrado que las células inflamatorias del tumor reprimen la producción de Maspin, un gen, el cual tiene una actividad anti-metastásica bien establecida en ciertos cánceres. En estadios tempranos, en los tumores no-metastásicos, hay un alto nivel de Maspin.
Las células malignas requieren combustible para crecer. Hace cerca de 70 años un científico que ganó el premio Nóbel llamado Dr. Otto Warburg (1883-1970) descubrió que las células cancerosas difieren fundamentalmente de las células normales en la forma en que generan energía en su metabolismo básico. O sea que poseen un metabolismo energético anómalo. Eso significa que los genes no determinan si uno va a sufrir de cáncer. Todos los humanos tienen la misma fisiología y bioquímica esenciales. Cada ser humano posee aproximadamente 30,000 genes y somos 99.9 % idénticos unos a otros (Technology Review, March 2005 p. M11).
Ahora se cree que la glucólisis aeróbica, es decir la fermentación del azúcar, tal como lo observó Warburg, podría ser responsable de conferir resistencia a la apoptosis (muerte celular programada) en las células cancerosas. Al combatir a la glucólisis aeróbica, los científicos tal vez puedan restaurar las capacidades de las células anormales para responder a las señales de cuerpo para suicidarse. Se están estudiando nuevos agentes terapéuticos que hagan esto.
Recordemos que las células en nuestro organismo usan uno de los 2 tipos de combustible. O queman glucosa (azúcar) o queman grasa.
El Dr. Warburg demostró que las células malignas viven casi completamente de glucosa (efecto Warburg). No pueden convertir a la grasa en forma eficiente. Este científico probó ésto al mostrar que las células malignas crean una gran cantidad (4 veces más de lo normal) de un residuo llamado ácido láctico a una velocidad anormalmente elevada con independencia del suministro de oxígeno debido a alteraciones en la expresión genética y son estimuladas por la hipoxia crónica. Desde hace mucho tiempo, se sabe que el ácido láctico no se produce cuando la célula quema grasa; solamente cuando la célula quema azúcar (glucólisis). Este es un método primitivo y menos eficiente.
En pocas palabras, la causa más básica del cáncer es que llega muy poco oxígeno a la célula. Glucólisis significa funcionar sin oxígeno. Respiración (celular) significa funcionar con oxígeno.
Las diferencias entre los tumores benignos y malignos están en las diferencias en el grado y la duración en que está comprometida la respiración celular (o sea el déficit de oxígeno) más que el tipo de tumor.
Con un déficit de 35 % de oxígeno celular, el cáncer se desarrolla automáticamente según los estudios del Dr. Warburg.
En la actualidad, sabemos que un pH externo (extracelular) bajo estimula las metástasis y un pH interno (intracelular) elevado estimula los procesos implicados en el crecimiento y la división celular.
En los organismos anaeróbicos primitivos sólo se generan 2 moléculas de ATP de cada molécula de glucosa. En los organismos eucariotas (más desarrollados), la misma molécula de glucosa rendirá un total de 36 moléculas de ATP de la respiración mitocondrial en presencia de oxígeno. Así que la energía obtenida de la grasa buena, es todavía mayor. Una molécula de ácido graso con 6 átomos de carbono rendirá 48 moléculas de ATP de la respiración aeróbica dentro de la mitocondria.

Una célula normal de mamífero tiene un mecanismo más elaborado y eficiente de producir energía. Una célula normal humana puede derivar 19 veces más energía (ATP) de una simple molécula de azúcar que lo que una célula de levadura puede derivar.
Recientemente un científico cuyo nombre es Dr. Michael Ristow realizó nuevas investigaciones que demostraron que el Dr. Warburg tenía razón. En la Universidad de Jena se tomaron células malignas del colon y las alteró para que mejor produjeran energía de la grasa. Les agregó frataxina (una proteína humana que ocurre en forma natural y que estimula a las mitocondrias). De esta manera, se forzó a las células cancerosas a utilizar un metabolismo mitocondrial. Al final, esto suprime eficientemente el crecimiento del cáncer (Curr Opin Clin Nutr Metab Care, 2006; 9: 339-45).
En el año 2002 unos científicos del laboratorio del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Madrid hicieron una investigación detallada en los procesos metabólicos involucrados en los cánceres de colon, hígado y riñón. Encontraron que existe una inhibición de las mitocondrias en las células normales (Cancer Res, 2002; 62: 6674-81).
La verdad es que la comunidad radiológica entera ha estado usando el “efecto Warburg” durante años, en las máquinas que escanean al cuerpo. Los escaners PET (positron emisión tomography) de los hospitales usan rutinariamente mediciones de la glicólisis en los tumores para determinar su etapa de desarrollo: entre más glicólisis, más maligno el tumor (Nat Rev Cancer, 2004; 4: 891-9).
Un equipo de biólogos moleculares de la Universidad de Texas han demostrado que si se inhibe la glicólisis en las células cancerosas. Eso efectivamente mata a las células cancerosas resultando en una muerte celular masiva (Cancer Res 2005; 65: 613-21).
La conclusión es que, mejorar el metabolismo de la grasa realmente inhibe el crecimiento de tumores malignos. Eso significa que debemos cambiar la forma en que nuestro cuerpo produce energía. Tenemos que substituir el metabolismo de nuestro cuerpo para que vaya de quemar principalmente glucosa a quemar principalmente grasa.
Así que, de plano, no importa que tan profundo respire uno o que tanto ejercicio practique, si uno no tiene los suficientes ácidos grasos esenciales a nivel celular, nuestras células no absorberán suficiente oxígeno del torrente sanguíneo y uno será mucho más susceptible de sufrir de cáncer. El ejercicio suministra oxígeno adicional a la sangre; sin embargo, esto no dirige transferencia de oxígeno a través de la membrana celular. Esta es la razón por la cual los atletas de élite todavía desarrollan cáncer.